El 21 de Agosto de 2007 empezamos un viaje para recorrer algunos países de Sudamérica: Brasil, Bolivia, Perú, Chile, Argentina y Uruguay. Hemos creado esta bitácora para ir anotando las cosas que pasan a espectadores como usté.
Habrá dos territorios separados: uno lleno de lo que Ana haya visto y el otro no.

Que lo sepas...

“Durante mucho tiempo estuve pensando que la vida, la vida de verdad, estaba aún por empezar. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que debía solucionarse en primer lugar, algún asunto inacabado, ocupaciones, deudas por pagar. Finalmente me di cuenta de que todos esos obstáculos eran mi vida. Esta forma de ver las cosas me ha enseniado que no existe un camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino. Así que valora cada momento que vivas y recuerda que el tiempo no espera por nadie. La felicidad es un viaje, no un destino." (Souza)

CL (19/01/08) Buenos Aires, AR

Buenos Aires, Argentina
Con el calor y el ruido no descansamos demasiado bien. Aún así había que continuar conociendo las diferentes partes de Buenos Aires. Habíamos renunciado a ir a pueblos o ciudades cercanas (La Plata, Luján o San Antonio de Areco) para poder disfrutar de la capital lo más posible.
Hoy nos dirigimos de nuevo a Palermo, pues nos faltó conocer la zona de parques y jardines. El día anterior no habíamos tenido tiempo de verla, así que en apenas media hora ya estábamos paseando por la Avenida Sarmiento rumbo al Parque 3 de Febrero. Los niños y niñas han traído a sus padres al zoo y al botánico y las colas se extienden por las aceras. Nosotros visitamos el rosedal y el lago artificial en el que se pueden ver ocas, patos y alguna pequeña tortuga.
Comemos un bocadillo en el parque y seguimos el paseo hacia el jardín japonés. Nos encontramos con un espacio atiborrado de familias aunque muy bonito y agradable. Pasamos un buen rato contemplando las carpas, los árboles podados en escalones, los puentes rojos y dorados reflejados en el agua, los bonsáis, etc.
Rematamos el día con una visita al Museo de Arte Latinoamericano en el que vimos exposiciones de artistas actuales y una interesante colección de pintura y escultura de todo el siglo XX.
Repetimos cena en El Federal. El camarero se convierte en la persona que mejor conocemos de todo Buenos Aires.

-Ana y Luis-

Bar porteño
Yo estaba terminando la cerveza y a Anita no le faltaba mucho para hacer lo mismo con su limonada de polvos. El dueño del local, una tapería bonaerense de nuevo cuño, se acercó a nosotros mientras analizaba con frialdad al resto de la concurrencia. Nos costó bastante entender lo que quería decirnos por dos razones. La primera, que era brasileño y hablaba un castellano gomoso y sucio. La segunda, que la propuesta que venía a hacernos era algo extraterrestre.
El hombre, resumiendo y traduciendo, quería que trabajásemos para él durante una temporada, hasta que el local despegase. Nuestro aspecto desarreglado junto con los cuadernos y los libros que se esparcían sobre la mesa sumaban precisamente la imagen que él andaba buscando. Seguro de que las personas acudimos a los bares atraídos por cuestiones puramente estéticas y de identidad, nos proponía que permaneciéramos sentados junto a aquella ventana durante cuatro horas diarias (dos por la tarde y dos por la noche). No era necesario que hiciéramos nada más.
No podía pagarnos mucho, algo así como 400 dólares al mes, pero sí podía hablar con otros propietarios de bares en Buenos Aires o La Plata para tratar de encontrarnos el modo de completar la jornada laboral y un sueldo que nos permitiera vivir aquí. Mañana nos confirmará si efectivamente algún otro se anima, como él, a pagarnos por no hacer nada. Deseadnos suerte.

-Luis-

No hay comentarios: