El 21 de Agosto de 2007 empezamos un viaje para recorrer algunos países de Sudamérica: Brasil, Bolivia, Perú, Chile, Argentina y Uruguay. Hemos creado esta bitácora para ir anotando las cosas que pasan a espectadores como usté.
Habrá dos territorios separados: uno lleno de lo que Ana haya visto y el otro no.

Que lo sepas...

“Durante mucho tiempo estuve pensando que la vida, la vida de verdad, estaba aún por empezar. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que debía solucionarse en primer lugar, algún asunto inacabado, ocupaciones, deudas por pagar. Finalmente me di cuenta de que todos esos obstáculos eran mi vida. Esta forma de ver las cosas me ha enseniado que no existe un camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino. Así que valora cada momento que vivas y recuerda que el tiempo no espera por nadie. La felicidad es un viaje, no un destino." (Souza)
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LXII (20/10/07) Cuzco, PE

Puno-Cuzco, Perú
Viajamos a Cuzco y lo que hicimos fue tomar un autobús turístico, por lo que fuimos parando en varios sitios entre Puno y Cuzco.
Primera parada: Pukara. Un pueblecito con una iglesia muy bonita donde visitamos un museo con restos incas, como en toda la zona. Una peculiaridad de este pueblo es que de aquí son los toros de pukara (como su nombre indica). Estos toritos se colocan por parejas en el techo de las casas para que siempre tengas trabajo, que la casa no se derrumbe, que tengas suerte, etc. Yo, a pesar de la opinión de Luis, compré dos muy pequeñitos para colocar en el tejado de nuestra casa.
Segunda parada: La Raya. Aquí se junta la parte oriental y occidental de la cordillera andina y hay una vista del Nevado Chimbota espectacular.
Tercera parada: comida en Sicuani. Probamos unas croquetas de kinua y verdura que estaban riquísimas.
Cuarta parada: San Pedro de Raqchi. Un pueblito precioso donde las mujeres usan trajes y sombreros que no habíamos visto hasta ahora. En vez de bombín llevan un sombrero plano, como un plato, negro y bordado con colores. En el mismo pueblo están las ruinas de Raqchi, muy bien conservadas. Un templo religioso de unas dimensiones impresionantes, en su día medía de alto 35 metros, pero ahora sólo 12. El lugar donde se sitúan las ruinas es típico de postal.
Quinta parada: Andahualillas. En este otro pueblo hay una iglesia que llaman la "sixtina de América". La fachada nos recordó mucho a las que habíamos visto en las misiones jesuíticas, en Bolivia. Dentro el artesonado pintado es maravilloso. En la plaza había unos árboles centenarios con flores rojas que enmarcaban las casas coloniales.
Sexta parada: Cuzco.
Fuimos al albergue en taxi y fue un viaje muy interesante. Está en el Barrio de San Blas, colonial y artesano, donde las calles tienen un metro de ancho. Las calles son de dos sentido a pesar de la estrechez, así que hubo varios atascos con varias discusiones de "yo no me muevo", "pues yo tampoco"... Empezó a llover a cántaros, por lo que fuimos a cenar cerquita y luego a dormir.
-Ana-

Misterio y balcones
Desde La Raya a Cuzco la tierra es milagrosamente fértil y los terrenos de cultivo lo invaden todo (incluso las laderas más empinadas de las montañas). La zona está muy poblada y no sólo los pueblos son muy grandes, sino que hay multitud de granjas familiares repartidas por el paisaje. Casi todas estas casas son de adobe y, ahora que los campos están recién arados, preparados para la siembra, se integran entre ellos como si fueran una misma cosa.
Repartidas entre casas y campos, esas casetas metálicas, verdes, proliferaban por todo el valle. Eran pequeñas construcciones (de medio metro por medio metro), con un tejadillo inclinado y todas ellas contaban, además, con un largo tubo que subía desde el mismo hacia el cielo en forma de chimenea. Primero pensamos que eran pequeños WC, pero su número era tan alto y su colocación tan caprichosa, que desechamos la idea. No preguntamos en su momento al guía y nos quedamos con la duda. De alguna manera conseguiremos saberlo.
Otra característica de las viviendas del valle del Urubamba, que las diferencia de las del altiplano (peruano o boliviano) son sus bonitas balconadas de madera. La mayoría de estas casas cuentan con un hueco por el que se llega a la empinada escalera exterior, también fabricada con madera, que permite el acceso a la segunda planta de la vivienda a través de este balcón. Pintado o sin pintar, más grande o más pequeño, casi todas las granjas que vemos cuentan con uno.
-Luis-