El 21 de Agosto de 2007 empezamos un viaje para recorrer algunos países de Sudamérica: Brasil, Bolivia, Perú, Chile, Argentina y Uruguay. Hemos creado esta bitácora para ir anotando las cosas que pasan a espectadores como usté.
Habrá dos territorios separados: uno lleno de lo que Ana haya visto y el otro no.

Que lo sepas...

“Durante mucho tiempo estuve pensando que la vida, la vida de verdad, estaba aún por empezar. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que debía solucionarse en primer lugar, algún asunto inacabado, ocupaciones, deudas por pagar. Finalmente me di cuenta de que todos esos obstáculos eran mi vida. Esta forma de ver las cosas me ha enseniado que no existe un camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino. Así que valora cada momento que vivas y recuerda que el tiempo no espera por nadie. La felicidad es un viaje, no un destino." (Souza)

XXII (10/09/07) Foz de Iguazú, BR

Foz de Iguazú, Brasil
Volvemos a las cataratas. Esta vez al lado argentino. Cruzamos la frontera en un autobús y tomamos otro en Argentina que nos llevó hasta allí.
Contrariamente a lo que me imaginaba (no sé porqué) las instalaciones del lado argentino son muy básicas comparadas con las de Brasil, a pesar de ser más caras. Nos quedamos sin dinero porque pensábamos poder pagar con tarjeta y además nos liamos con el cambio de divisa. Total, que teníamos lo justo para los autobuses de vuelta. Con el calor que hacía y la caminata, la sed empezó a maltratarnos y viendo tanta agua... Cuando llegamos a una tienda en la que se podía pagar con VISA, con la lengua hecha lija, fue como encontrar un oasis en el desierto.
Hicimos varias rutas: las cataratas por abajo, las cataratas por arriba, la Garganta del Diablo y la Isla de San Martín. Con estos recorridos te acercas casi a cada salto de agua que habíamos visto desde Brasil, redondeando así el espectáculo.
El circuito inferior de las cataratas te muestra los saltos desde una altura intermedia y te permite apreciar muy bien la magnitud de los mismos y la fuerza que los impulsa. Además, se complementa muy bien con la visita a la isla de San Martín. Para llegar a ésta tienes que cruzar el río en una lancha y hacer una subidita andando no apta para mindundis. El circuito superior es quizá el menos espectacular. En la Garganta del Diablo, la cantidad de agua que brota, la neblina que te empapa, el ruido y la vista del río te deja sin palabras.
Para ser justos con el lado argentino, el recorrido que han diseniado te permite ir por el medio de la selva y, si tienes suerte o buen ojo, contemplar animales en estado salvaje. Un buen ejemplo de ello era la cantidad de mariposas diferentes, que a veces se arremolinaban en una nube como si fueran hojas secas levantándose del suelo.
Creo que las cataratas, tanto ayer como hoy, han sido el espectáculo natural más impresionante que he vivido nunca.
-Ana-



Historias de Iguazú
Un anciano de 74 anios cuyo suenio es morir tirándose cataratas abajo. Es belga, viaja a Brasil. El primer día disfruta de las vistas y del parque, confirmando quizá los detalles de su plan. El segundo día trata de saltar desde el mirador de la Garganta del Diablo, en el lado argentino. Se resbala en la barandilla mojada y cae hacia dentro. Un guarda parque le impide volver a intentarlo. El tercer día contrata el tour del barco que recorre la parte superior. Confirma que nadie lo ve y salta por la borda. Sonríe mientras la fuerza del agua lo arrastra pero se engancha en unas rocas y lo rescatan en un par de minutos. El cuarto día aparece a primera hora por la parte alta del rio montado en una canoa diminuta que un ninio guaraní le había vendido por 12 dólares. Como ya se temían algo parecido, el helicoptero que hace los tours se aproxima y sacan del agua al obsesionado viejo.
El guardaparque, entornando los ojos entre largas pausas, nos cuenta que todo se debía a que su mujer había muerto ahogada en las cataratas hacía mucho tiempo. Había sido un accidente y él quería simplemente volver a verla.
Un senior chileno odiaba al meón del chiguagua de su esposa. Siempre que se quedaba dormido, a la hora de la siesta, el perro lo despertaba lamiedo el hueco que dejaban sus labios entreabiertos. Mientras recorren las cataratas, sobre el salto Bossetti, el hombre hace botar la pelota del chucho por encima de la barandilla. El guardaparque dibuja una sonrisa burlona. El ágil y ligero perro se va detrás de la bola a lamerle la boca a algún pez o a algún bencejo de los que anidan en la parte posterior de la cascada. Su seniora entró en crisis y fueron necesarias varias personas para sujetarla.
El guardaparque bebe un sorbo pequenio de mate. Un joven iluminado predicaba el fin del mundo todos los domingos en el mirador más concurrido del parque. Gritando por encima del atronador ruido del agua, trataba de convencer a la gente a su alrededor de que debajo de lal espuma blanca había una central nuclear manejada por los militares.
Un entomologo australiano venía todos los octubres con sus sofisticadas redes cazamariposas. Durante 27 anios de trabajo había conseguido una colección de más de 7800 ejemplares. Algo único en el mundo. Un accidente de coche, de moto o algo así le afectó el habla y lo sumió en un daltonismo bicolor. El anio pasado regaló su colección al museo del Parque Nacional, pero a los dos meses un incendio ridículo terminó con ella.
Un hombre de origen guaraní, que viajó desde Nueva York en busca de sus raíces. La primera persona con la que habló en la rojiza estación de Foz de Iguazú era su hermano mayor, de quien nunca había oido hablar. Se quedó a vivir en la zona, dirige una escuela de guaraní (que aprendió con una facilidad asombrosa en apenas tres meses) para gringos excéntricos. Está preparando un diccionario inglés-guaraní y hace un par de anios publicó un libro. El guardaparque se seniala el pecho haciéndonos ver que él tiene un ejemplar. En él se explica el origen y significado de los sustantivos que los indios usan para nombrar los árboles, los pájaros, la naturaleza.
Uno de los conductores de autobús urbano que cubren el trayecto entre Puerto Iguazú y el Parque Nacional. Después de 30 anios de servicio nunca había visitado las cataratas. El día de su jubilación la plantilla de la pequenia empresa "El práctico" le tenía preparada una sorpresa. Junto con su familia y sus companieros pudo hacer un recorrido completo. Por orden del gobernador de la provincia de Misiones, el Parque se cerró ese día al público. Según el guardaparque nunca había ocurrido algo semejante.
Un famoso compositor brasilenio de música clásica y jazz, vanguardista, raro ha grabado un disco con el sonido de las cataratas de fondo. En el proceso de grabación, hace apenas unos meses, el músico se quedó tan maravillado con el canto de los pájaros de la zona que donó diez millones de reales para la implantación de un centro de interpretación y un laboratorio de investigación de aves canoras en la cuenca del Iguazú. El guardaparque se levanta, separa su polo mojado de su barriga con un gesto rápido y nos mira como disculpándose. Un nuevo grupo de japoneses entra. En la distancia, por encima de los gorros multicolores y de las miradas rasgadas y perdidas, nos grita que al día siguiente de la donación desapareció misteriosamente el director del Parque Nacional. También desaparecieron los millones.
-Luis-

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