Corumbá, Brasil
Creo que estamos más que acostumbrados a los autobuses. Dormimos tan a pierna suelta que cuando llegamos a Campo Grande (después de 14 horas), salía el autobús para Corumbá (nuestro destino final) y nos metimos otras 7 horas del tirón sin estirar las piernas. En este último trayecto, y sin cambiar de país, hemos cruzado una franja horaria.
El paisaje desde Campo Grande a Corumbá (ya es de día y podemos ver algo) fue una secuencia de parajes que iban desde las zonas de tierra roja y árboles en tonos ocres, salpicada de floridos ipés amarillos, hasta el más puro humedal rebosante de verde y con todo tipo de pájaros y animales.
Llegamos a Cormbá y nos quedamos en un hotel en el centro. Buscamos una oficina de información turística y nadie sabe donde está. Cuando por fin llegamos estaba cerrada; abre a las 16:00. Esta es una ciudad pequeña, no muy preparada para el turismo. Los pocos hoteles y restaurantes son caros y de poca calidad. Ahora que está en alza el turismo ecológico, la gente viene para visitar el Pantanal, pero la ciudad no espabila. Esperamos a mañana.
Cenamos un pescado a la plancha muy rico y un caldo de piraña, no tanto.
-Ana-
Que lo sepas...
“Durante mucho tiempo estuve pensando que la vida, la vida de verdad, estaba aún por empezar. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que debía solucionarse en primer lugar, algún asunto inacabado, ocupaciones, deudas por pagar. Finalmente me di cuenta de que todos esos obstáculos eran mi vida. Esta forma de ver las cosas me ha enseniado que no existe un camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino. Así que valora cada momento que vivas y recuerda que el tiempo no espera por nadie. La felicidad es un viaje, no un destino." (Souza)
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