El día de hoy en Puno fue muy tranquilo. Paseamos, visitamos la catedral, compramos un gorro para Luis, pues perdió el que habíamos comprado en Potosí (parece que son todos iguales, pero no es así; tardamos mucho en encontrar uno lo más parecido posible).
Volvimos a pasear, investigamos el mercado, tomamos un matecito en un café muy acogedor y poco más.
-Ana-
Toros en la totora (foto perdida)
La tarde va descendiendo sobre el lado oeste del Titicaca. Las cosas y las casas se van tornando al dorado poco a poco y comienza, sobre ellas, la magia de todos los ocasos: primero parece que se agrandan y se acercan, a la vez que se incendian, para luego, lentamente, a medida que pierden el calor y el naranja se vuelve azul y luego azul oscuro y luego negro, ir distanciándose, aminorándose, haciéndose ajenas y lejanas y finalmente fantasmales e inexistentes.
En medio de esa fiesta diaria de la luz, los humedales de totora permanecen quietos para la foto, sólo mecidos, empujados con calma y suavidad por el deleitoso caminar de un toro que, cubierto de agua hasta las axilas, bebe y avanza con parsimonia.
-Luis-
No hay comentarios:
Publicar un comentario