Puerto Natales, Chile
Amaneció nublado y lloviendo, mal augurio para lo que queríamos hacer hoy, visitar el Parque Nacional Torres del Paine. Con la esperanza de que el tiempo fuera mejor allí que en la ciudad salimos con un grupo. Hay varias posibilidades para ver las torres, alquilar un coche, ir en autobús local, ir con un grupo o pernoctar en el parque, para lo que no estámamos preparados. Todas ellas igual de caras, es abusivo el precio de este parque y de todo lo que le rodea (alojamiento, autobuses, tours,...).
Hicimos varias paradas y algún paseo pequeño. Todo el recorrido gira en torno a las Torres, a verlas desde distintos ángulos. El problema es que hoy las nubes las cubrían casi por completo.
Lo mejor del día lo vimos al poco rato de entrar. Había 7 u 8 cóndores sobrevolando una loma. Nos paramos para observarlos con cierta intriga porque hacía demasiado frío para ellos. Continuamos y descubrimos un zorro comiendo un guanaco muerto, mientras acechaban alrededor dos caranchos y otro zorro esperaba tras unos arbustos. La imagen era de documental pero sin la parte de ficción que, cuando estás en el sofá de tu casa, te protege.
Aún con mal tiempo el parque es precioso. Los paisajes, la vegetación, los lagos, las cascadas, los glaciares, forman un conjunto maravilloso.
De vuelta a Puerto Natales fuimos a Navimag, empresa de ferries que hace un recorrido por los canales patagónicos, pues habíamos reservado nuestros billetes a través de internet. Quedamos para el día siguiente, cuando sale el barco. Nos aseguró, ante nuestra insistencia, un buen lugar en alguno de los grandes camarotes.
Fuimos a cenar a un coqueto restaurante.
-Ana-
Ovejas
Recorrimos el Parque Nacional Torres del Paine en un pequeño vehículo. Veíamos pasar los hermosos bosquecillos de lengas que se repartían aquí y allí como salpicaduras sobre las onduladas y ventosas lomas. En algún vallecito más protegido la hierba ha crecido alta y multitud de flores silvestres, todas pequeñas, blancas o amarillas, puntean la parte superios de la misma. Como siempre, se ven los brazos grises muertos de los árboles brillando y dando un aspecto algo fantasmal al entorno. En esta zona, además, las lengas están invadidas por un parásito. Es una planta que adopta una forma de bola, que se amarra sobretodo a los extermos de las ramas del árbol y que puede ser de varios colores. Desde el amarillo suave al granate amarronado, pasando por verdes y rojizos, el parásito encarece el precio estético del paisaje con su aportación casi navideña.
Más adelante atravesamos pastizales para ovejas, que se esparcen sin leyes por ellos y resultan difíciles de distraer de su monótono masticar mirando el suelo. Nos sorprende un gracioso grupo, subido a un pequeño montículo y mirando todas al mismo punto del horizonte; escrutando quién sabe qué cosa. Forman una estampa que parece organizada para la fotografía. Representan la juventud y la aventura, la valentía y la guerra, el trabajo en equipo y el liderazgo. Parecen viajar en un navío ligero y rápido a la caza de algún romántico fin.
Quizá sólo vigilen al tragaldabas del zorro.
Fotografías
Zorro y guanaco.
Chulengos, crías de guanaco nacidas este noviembre con la luna llena.
Este fue el mejor momento, en el que más pudimos ver.
-Luis-
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