El 21 de Agosto de 2007 empezamos un viaje para recorrer algunos países de Sudamérica: Brasil, Bolivia, Perú, Chile, Argentina y Uruguay. Hemos creado esta bitácora para ir anotando las cosas que pasan a espectadores como usté.
Habrá dos territorios separados: uno lleno de lo que Ana haya visto y el otro no.

Que lo sepas...

“Durante mucho tiempo estuve pensando que la vida, la vida de verdad, estaba aún por empezar. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que debía solucionarse en primer lugar, algún asunto inacabado, ocupaciones, deudas por pagar. Finalmente me di cuenta de que todos esos obstáculos eran mi vida. Esta forma de ver las cosas me ha enseniado que no existe un camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino. Así que valora cada momento que vivas y recuerda que el tiempo no espera por nadie. La felicidad es un viaje, no un destino." (Souza)

XXXVI (24/09/07) Samaipata, BO

Samaipata, Bolivia
Comenzamos el día como ayer, don Gilberto nos viene a recoger para enseñarnos el Fuerte. El Fuerte es un conjunto de ruinas arqueológicas preincas. Son muy interesantes aunque no estèn muy bien protegidas. Está ubicado en una zona elevada con unas vistas de todo el valle y del pueblo de Samaipata. Don Gilberto nos contó que cuando él era niño, se distinguían perfectamente figuras talladas en la piedra, pumas, avestruces y serpientes. Ahora no se pueden apreciar, sólo queda la sombra de lo que fue. Don Gilberto, muy crítico, nos comentó todos los planes de mejora y mantenimiento de las ruinas, ninguno de ellos muy acertado.
Nos despedimos de Andrés y Doriña, dueños del bonito albergue donde estuvimos. Fuimos a coger un taxi para regresar a Santa Cruz pero no habìa ninguno disponible. Decidimos irnos en un microbus, donde realizamos el viaje más incomodo de la historia. Iba lleno de gente sentada, de pie, sentados en el suelo. Horrible!
Por fin llegamos. Como hoy era fiesta no había nadie en la calle y menos en la zona donde nos dejó el micro. Todo estaba desierto. Paramos un taxi para ir a casa y cuando apenas habíamos arrancado un señor paró el mismo taxi para compartirlo (es algo muy común). Nosotros no dijimos nada y cuando el taxi fue a arrancar de nuevo lo paró otro señor con una credencial de policía. Nos cuenta que hace una investigación de tráfico de drogas (también normal por aquí). El caso es que se mete en el taxi y le dice al taxista que arranque, mientras nos pide la documentación a todos. El taxista se va metiendo por calles desiertas sin ninguna indicaciíon. El supuesto policía nos registra a los tres, muy excitado, preguntando repetidamente si llevamos droga o dolares. Yo empiezo a pensar que quizas sea policía y como es día de fiesta esté algo tomado (como dicen aquí) y quiera asustarnos. Nos devuelve el bolso y todo lo que había dentro. De repente para el taxi, el taxista sale, saca nuestra mochila del maletero y el policia nos dice que van a llevar al otro señor a comisaría, que esperemos allí. Se van muy rápido. Entonces pensamos que el taxista y el "poli" estaban compinchados e iban a robar al otro señor, porque tenía un gran fajo de dólares en la cartera. Cuando llegamos a casa, en autobús, me doy cuenta de que no tengo el monedero y nuestra teoría final es que los tres estaban compinchados. Eran buenos teatreros y, el supuesto policía, un gran Tamarit: vimos cómo metió el monedero en el bolso, pero no vimos cuándo lo sacó. Por suerte no se llevaron mucho dinero y las faltriqueras que nos había hecho la madre de Luis son estupendas para estos casos.

-Ana-

El niño de la carretera
Hoy es feriado y después de sólo dos horas caminando desde su comunidad, en lo alto de las montañas, el niño ha llegado a su curva. Carga con una pala desgastada y mellada, con la que rápidamente comienza a trabajar rellenando los baches que los autobuses y camiones escarban. Sobre todo un día como hoy, después de una fina y breve lluvia que deja el suelo enlodado pero practicable. Cuando pasa algún vehículo el niño corre con su mano extendida a recoger su propina. Hoy va a ser un día de los buenos, todo el mundo regresa a casa.

Zapatería (foto perdida)
El último sol de la tarde calienta las persianas metálicas de los comercios cerrados. A lo largo de la calle Grijalbo, que normalmente es un hervidero de gente vendiendo y comprando, no hay un alma. Es feriado. En una entrada que hace la calle, en un lugar un poco retirado, se alzan dos casetas diminutas de venta. Una, sin cartel. La otra, una zapatería. No tendrá más de dos metros cuadrados. Está construída a base de pura chapa oxidada y el cartel, en grandes letras blancas, se alza casi medio metro por encima de su tejadito. Reza, como que no quiere la cosa, como si al destino bastase con llamarlo para que viniera a dormir a tu regazo, "Zapatería el Éxito".
-Luis-


-Luis-

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