El 21 de Agosto de 2007 empezamos un viaje para recorrer algunos países de Sudamérica: Brasil, Bolivia, Perú, Chile, Argentina y Uruguay. Hemos creado esta bitácora para ir anotando las cosas que pasan a espectadores como usté.
Habrá dos territorios separados: uno lleno de lo que Ana haya visto y el otro no.

Que lo sepas...

“Durante mucho tiempo estuve pensando que la vida, la vida de verdad, estaba aún por empezar. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que debía solucionarse en primer lugar, algún asunto inacabado, ocupaciones, deudas por pagar. Finalmente me di cuenta de que todos esos obstáculos eran mi vida. Esta forma de ver las cosas me ha enseniado que no existe un camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino. Así que valora cada momento que vivas y recuerda que el tiempo no espera por nadie. La felicidad es un viaje, no un destino." (Souza)

LXXVIII (05/11/07) Lima, PE

Lima, Perú
Salimos decididos a conocer el centro de la ciudad. Está lejos de Miraflores, por lo que compartimos un taxi con un par de chicos del albergue (con uno de ellos llevamos coincidiendo en todas partes desde Bolvia).
Todos nos decían que Lima no merecía la pena. Incluso en un blog la definían como "Lima es una megaciudad megafea". Nosotros, en cambio, le estamos encontrando su encanto.
La Plaza de Armas es muy grande, dicen que la más grande de toda Sudamérica, y muy bonita. Está rodeada de edificios coloniales de color amarillo con balcones de madera y la coronan la Catedral y el Palacio Arzobispal. El Palacio de Gobierno nos deleitó con un cambio de guardia de lo más llamativo.
El resto del día lo dedicamos a pasear y pasear descubriendo edificios, balconadas, ventanas enrejadas, en cada rincón. El ruido y la contaminación son lo peor de esta "megaciudad".
Cenamos en el Parque Kennedy de nuevo, el famoso ceviche limeño: exquisito pero un poco picante para mi gusto.
-Ana-



Guacamayo chino
Por encima del ruido de la ciudad, en uno de sus puntos más bulliciosos, el Barrio Chino, se eleva un graznido desgarbado y repetitivo. Me asomo a la puerta de la tienda en la que estamos comprando gel y cepillos de dientes y miro al cielo, miro también a ambos lados de la calle peatonal. En una esquina del edificio de enfrente, sobre la cornisa, un enorme guacamayo da la espalda a todo el mundo. Muchos ni siquiera miran hacia arriba, como si fuera algo normal verlo allí. Unos pocos, en cambio, cruzamos miradas de sorpresa.
Entro en la tienda, a llamar a Anita para que lo vea. Al salir ya no está, pero me doy cuenta de un detalle que antes había pasado por alto. Toda la esquina del edificio favorito del loro está completamente cagada, con trayectorias que la recorren siempre partiendo desde el mismo, como un ramillete de guano en posición invertida.
-Luis-

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