Fuimos a la parte de la Cordillera Negra (paralela a la Cordillera Blanca, pero al otro lado del río Santa) a montar a caballo. Salimos desde un pueblo llamado Yungar, con Eder, el encargado de los caballos y guía. Mi caballo, color canela, se llamaba Canelo y el de Luis, blanco, Cenizo. La primera parte fue todo un camino de subida. Llegamos a un punto donde teníamos unas vistas de la Cordillera Blanca magníficas. Allí estuvimos comiendo y haciendo fotos.
Fue muy interesante también la charla con Eder, sobre su vida y sus costumbres en este pueblito panorámico.
El paseo fue una lucha entre mi caballo, el líder, y el de Luis, el viejo. Canelo no soportaba que Cenizo lo adelantara, así que cuando se acercaba echaban los dos a correr al galope y yo, desprevenida, no hacía más que gritar.
Regresamos con todo el cuerpo dolorido, caminando como vaqueros. Descansamos en el hostal, pues esta noche viajamos a Lima.
-Ana-
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