Luis se fue a las siete de la mañana y subió andando. Yo desayuné y me fui a las ocho, porque subí en mula. Fuimos la mujer del mulero y yo, cada una con una mula. En realidad, la mula en la que iba ella la pagué para Luis, por si nos lo encontrábamos a medio camino destrozado. El caso es que llegó arriba antes que nosotras.
Al subir en mula, tuve más tiempo para disfrutar del paisaje y del valle, aunque a veces se veía demasiado cerca. La mula se aproximaba al borde del precipicio buscando donde pisar mejor y yo tenía que mirar a otro lado.
Lo mejor de todo el recorrido fue la charla con la mulera. Hablamos de su vida, del machismo, de la mujer en los pueblos. La mujer trabaja en el campo, atiende el ganado, limpia la casa, hace la comida, se ocupa de los niños, carga la leña, vende en los mercados. El hombre trabaja fuera de casa ocho horas y llega a casa o al bar y se sienta a beber. Como siempre, la mujer es el motor del país.
Llegué arriba cansada como si hubiera caminado. Nos refrescamos un poco y cogimos un bus con destino a Arequipa. Llegamos allí a las 6:30. Cenamos en una crepería francesa y dimos un paseo nocturno.
-Ana-
El Cañón del Colca
1 comentario:
La verdad es que el alojamiento si se ve primario, pero a Ana se le ve feliz con su adosado, si seguis así igual podeis alargar el presupuesto unos meses más. Dori
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