El 21 de Agosto de 2007 empezamos un viaje para recorrer algunos países de Sudamérica: Brasil, Bolivia, Perú, Chile, Argentina y Uruguay. Hemos creado esta bitácora para ir anotando las cosas que pasan a espectadores como usté.
Habrá dos territorios separados: uno lleno de lo que Ana haya visto y el otro no.

Que lo sepas...

“Durante mucho tiempo estuve pensando que la vida, la vida de verdad, estaba aún por empezar. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que debía solucionarse en primer lugar, algún asunto inacabado, ocupaciones, deudas por pagar. Finalmente me di cuenta de que todos esos obstáculos eran mi vida. Esta forma de ver las cosas me ha enseniado que no existe un camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino. Así que valora cada momento que vivas y recuerda que el tiempo no espera por nadie. La felicidad es un viaje, no un destino." (Souza)

XCIX (26/11/07) S. Pedro de Atacama, CH

San Pedro de Atacama, Chile
Nos levantamos a las tres y media de la mañana y a las cuatro vinieron a buscarnos para ir a ver los géiseres. El viaje fue de dos horas por la desértica puna, todavía de noche. Altura: 4320 metros. Temperatura: -8ºC. Llegamos al campo geotérmico, todo el suelo manaba humo blanco. El agua que había en el suelo hervía constantemente. Es algo extraordinario. Aprendimos la diferencia entre fumarola (salida constante de vapor de agua, en forma de chimenea), géiser (salida intermitente de agua y vapor, suelen ser periódicos) y fuente termal (salida constante de agua caliente que forma una piscina natural).
De regreso fuimos parando por el desierto para ver aves, vicuñas, avestruces y todo animal que se nos cruzaba. Paramos en un pueblo de la puna en donde no había nadie. Todo muy interesante, pero cansado.
Dormimos una siesta y paseamos por el pueblo. Después de cenar y antes de que el sueño nos venciera de nuevo salimos para observar las estrellas.
-Ana-


Fumarolas
Uno no se acostumbra del todo. A pesar de llevar meses caminando por y entre volcanes; a pesar de llevar meses recorriendo ciudades que han sufrido, en el mejor de los casos, una demolición completa por causa de un terremoto; a pesar de llevar meses contemplando fenómenos como aguas termales, lodos en ebullición o géiseres. Uno no se acostumbra del todo y, cuando está uno en medio de una llanura dominada por un volcán enorme al que le salen pelos de loca en forma de fumarolas por unos cuantos agujeros, uno se siente chiquito y, paradógicamente, sólo quisiera ser grande, muy grande, para alejarse a grandes zancadas de allí.

Amanecer de luna
Camino con dificultad en la oscuridad casi total de la noche. Trato de localizar, con la ayuda de una pobre linterna, un lugar desde el que poder contemplar bien el cielo estrellado. Me alejo del pueblo todo lo que puedo. Parece que el desierto de Atacama es especialmente bueno para eso, por la falta de humedad en el aire, lo que facilita la visibilidad.
Tengo un pequeño mapa celeste arrancado de una revista. Busco y rebusco y no soy capaz de ver nada. Necesito encontrar un punto, una referencia que me ayude a tirar del hilo y situar todas las constelaciones. El cinturón de Orión me da la clave y, cuando estaba ensimismado descubriendo una por una las distintas agrupaciones de estrellas (Taurus, Andrómeda, Acuarius,...), aparece un pico de una enorme luna sobre la línea de volcanes, al noreste.
Con bastante rapidez va ascendiendo y, con la misma rapidez, una intensa luz ilumina las ondulaciones del desierto. Parece que hoy es su primer día de menguante, porque le falta un pedacito para estar completa.
Estoy subido a un montículo y mi sombra se alarga más de diez metros hacia atrás.
Las estrellas se difuminan y pierden intensidad. Las constelaciones más cercanas a la Luna son difíciles de distinguir ya.
Me descubro conteniendo las ganas de orinar. Un interno sentimiento integrador con el entorno, mi propia parte de naturaleza, me empuja a mear allí mismo, de cara a la luna saliente, en comunión con todos los hombres y todas las cosas. Eso al menos pensaba yo, pero no sé si también las dos chicas inglesas que descubrí sentadas apenas a unos metros a mi derecha.
-Luis-

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No se si creerme eso de que uno desearía hacerse grande para escapar corriendo porque vosotros lo que haceis es haceros cada vez más pequeños para penetrar más en las zonas de volcanes, fumarolas etc.
Y digo yo, eso de tener que levantarse a las tres de la mañana es por si los geiseres se marchan o porque con la noche el espectáculo es más impresionante.

Bueno lo del especta-culo que se lo pregunten a las inglesas ¿no?

Anónimo dijo...
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