El 21 de Agosto de 2007 empezamos un viaje para recorrer algunos países de Sudamérica: Brasil, Bolivia, Perú, Chile, Argentina y Uruguay. Hemos creado esta bitácora para ir anotando las cosas que pasan a espectadores como usté.
Habrá dos territorios separados: uno lleno de lo que Ana haya visto y el otro no.

Que lo sepas...

“Durante mucho tiempo estuve pensando que la vida, la vida de verdad, estaba aún por empezar. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que debía solucionarse en primer lugar, algún asunto inacabado, ocupaciones, deudas por pagar. Finalmente me di cuenta de que todos esos obstáculos eran mi vida. Esta forma de ver las cosas me ha enseniado que no existe un camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino. Así que valora cada momento que vivas y recuerda que el tiempo no espera por nadie. La felicidad es un viaje, no un destino." (Souza)

CXXXVII (04-05-06/01/08) Canales Patagónicos, CH

Crucero por los canales Patagónicos, Chile
Datos del buque:
Camarote:
Viajamos en literas C. Las camas tenian 70 cm. de ancho y cada vez que te incorporabas te dabas un cabezazo; cortinilla para mayor "intimidad" y un armario. Baño compartido con 22 personas y con todo el que pase por allì. Ventana y radiador.

Comedor:
Amplio, con ventanas muy grandes mirando, por supuesto, al mar. Comidas para gente no muy exigente y si lo eres, te aguantas, porque no hay otra cosa.

Pub:
Muy agradable con còmodos sofàs y maravillosas vistas. Abierto desde la mañana hasta la noche. Un buen sitio para leer.

Cubiertas:
Amplias en los tres pisos. Podìas pasear o sentarte a contemplar los paisajes de proa a popa y de estribor a babor.

Pasajeros:
La mayorìa de habla inglesa con pocas ganas de socializar con gente que hablara español. Nosotros, de habla española, con pocas ganas de socializar con gente que hablara inglès.

Actividades:
Tuvimos mucho tiempo para leer, escribir, escuchar mùsica o simplemente no hacer nada. Todo ello con el aliciente de que el paisaje es cambiante y cada vez que miras por la ventana tienes la posibilidad de ver cosas diferentes. Tambièn se proyectaron varias pelìculas interesantes, un par de documentales y el ùltimo dìa jugamos al bingo. Ganamos una camiseta que por poco no recogemos de pura vergüenza.

Glaciar El Brujo. Sobre un fondo en blanco y negro resaltaba el azul del hielo.

Puerto Edén, pequeño pueblo comunicado con la civilización sólo a través del barco en el que viajamos. En él viven aún unas pocas familias Kaweskar, los antiguos pobladores de estas tierras y aguas.

Barco encallado en uno de los canales. La profundidad de los mismos puede variar entre los 1300 y los 2 metros.

Zona de mar abierto, donde estuvimos intentando ver algún delfín o alguna ballena.

Puesta de sol que contemplamos la última noche.

Moleskines y cánones

Descubro, entre sorprendido y aburrido, que mucha gente de la que viaja con nosotros mantiene una suerte de bitácora. Somos casi todos europeos y supongo que el romanticismo que rodea a los viajes y que hemos mamado desde pequeños nos obliga a escribir y a emular a antiguos grandes hombres de largas sombras. El número y la intensidad de las aventuras, el interés mismo del relato, parecen ser aspectos accesorios. Una parte de nosotros, no sé si el setenta por ciento de agua, es un frustrado narrador. La literatura nos mantiene a todos atrapados en torno a ella.

Descubro, entre envidioso y desdeñoso, que la mayoría de los diaristas del barco utilizan Moleskines para anotar sus reflexiones. La mítica libreta de notas usada por Van Gogh o Hemingway. Yo también tengo una de esas pero por suerte no la he traído a este viaje. Cuando escribo en ella la inspiración sigue un recorrido contrario. Va de abajo a arriba, del cuaderno impecable a tu cabeza... que termina tan pulcra, limpia y blanca como el cuaderno. Eso es al menos mi experiencia, pero no parece ocurrirle lo mismo a un joven con semibarba, creo que español, que llena hoja tras hoja con su letra tipo insecto, tipo plaga, tipo microelectrónica. Su cuaderno tiene una suave cuadrícula que parece que parece impedir el efecto de absorción de ideas de la página blanca. Una chica francesa de pelo corto y cara morena, tanto como el castaño de su pelo, usa un cuaderno de notas pequeño, también cuadriculado. Su letra es más redonda, más hogareña. Por último acabo de ver a una señora ya madura, creo que alemana, rellenando línea tras línea una Moleskine tamaño cuartilla con sus palabras distantes y sus renglones separados; una letra elegante que recuerda al perfil de una cordillera baja, vista a una gran distancia. Las hojas de su libreta sí son blancas por completo. Tengo que preguntarle cómo lo hace, cómo vence al chupacabras que reside en ella.

Descubro, con alegría y recelo, que la gran mayoría de los que aquí viajamos somos buenos aficionados a la fotografía. Quizá, para decirlo más correctamente, seamos sólo aficionados a "nuestra" fotografïa. Sea lo que sea lo que nos mueve, es alentador para la especie humana que las ansias creativas, la fuerza de la imaginación y la búsqueda de la belleza permanezcan en nosotros porque al fin y al cabo es eso lo que nos separa del resto de los animales y, al mismo tiempo, nos mantiene unidos a ellos.

Descubro, con entusiarmo y codicia, que un extenso número de viajeros cuenta con cámaras fotográficas impresionantes. La recua de buenas marcas, de grandes objetivos, de apetitosos sonidos de disparo salen a pasear sobre la borda con cada mínima oportunidad. Mientras el roce de mis manos desgasta las letras serigrafiadas en mi pequeña pelota hinchable y playera, me aparto algo acomplejado para que puedan jugar más agusto los mayores, con sus balones reglamentarios de cuero argentino de ternero triañar. Igual es divertido. Al fin y al cabo, el juego es el mismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues vaya con la Moleskine! Si lo sé, va cuadriculada!! :-D

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