Que lo sepas...
“Durante mucho tiempo estuve pensando que la vida, la vida de verdad, estaba aún por empezar. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que debía solucionarse en primer lugar, algún asunto inacabado, ocupaciones, deudas por pagar. Finalmente me di cuenta de que todos esos obstáculos eran mi vida. Esta forma de ver las cosas me ha enseniado que no existe un camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino. Así que valora cada momento que vivas y recuerda que el tiempo no espera por nadie. La felicidad es un viaje, no un destino." (Souza)
Salvador de Bahía - Río de Janeiro, BrasilAutobús, autobús, autobús. 26 horas. Parece increíble, pero no fue tan duro: el paisaje era muy bonito y el autobús muy cómodo.-Ana-PAISAGEMSalvando algunas zonas de grandes llanuras donde pastaban enormes cebús blancos o extensiones donde predominaba un tipo de cactus arbóreo o zonas de cultivo de cania de azúcar, el resto del paisaje entre Salvador y Río ha sido bastante homogéneo: zona de montanias generalmente suaves, a veces salpicadas de enormes riscos, aunque nunca demasioado altos; con toda la extensión dedicada a pastizal para vacas y caballos; también hay grandes matas de bambú, plátanos, un árbol muy parecido a la papaya, eucaliptos gigantescos y tres tipos de árbol realmente bonitos, que sólo presentan flores pero no hojas (al menos en esta época del anio): los hay rojos, amarillos y violetas y parecen pertenecer a especies diferentes. En cuanto a las ciudades, siempre entre montanias y siempre casas humildes.-Luis-
Río de Janeiro, BrasilLlegamos a Río a las 16:30 y al hotel a las 17:00. Hicimos nuestra la habitación y cenamos. Ya.-Ana-PENSADOR ABSTRACTOQuiero ser, ahora lo veo claro, "pensador abstracto". Hay una universidad norteamericana que ha adaptado un pequenio autobús para poder recorrer América con él. En su interior lleva todo el equipamiento necesario para analizar la actividad cerebral de un sujeto que lo único que tiene que hacer es mirar por la ventanilla. En el proceso de selección buscan al candidato que sea capaz de cambiar de pensamiento con mayor rapidez, de una forma mantenida en el tiempo. Por supuesto, también se requiere una cultura lo más extensa posible para asegurar la riqueza y la variedad de pensamientos.Aunque no tengo grandes esperanzas, hice las pruebas ayer. El trabajo está bien pagado (casi 1800 euros al mes) y consiste en seis horas de ventanilla y seis horas de estudio, para ampliar tu cultura general. El minibus va seguido de una autocaravana en la que llevan a tu familia. La comida y los hoteles están incluidos.No había muchos candidatos, pero la competencia es fuerte: un gallego tiene más de seis meses de experiencia en un experimento similar, viendo llover; un argentino que fue maquinista de tren en su país durante cinco anios o una ninia autista que sólo duerme si hay fuego encendido donde ella pueda verlo. Deseadme suerte.-Luis-
Río de Janeiro, Brasil
Hoy está lloviendo. Qué pena no poder lucir nuestros cuerpos ni en Copacabana ni en Ipanema...
Decidimos pasear por el centro de la ciudad, para lo que utilizamos el metro. Son sólo dos líneas, pero permiten llegar a todos los puntos de interés. La primera impresión es la de una ciudad enorme y muy gris. Tiene edificios muy bonitos de estilo colonial con balcones preciosos, pero todo muy mal cuidado. Una contaminación acústica y ambiental espantosa. Al igual que en Salvador, Río me da sensación de inseguridad. Creo que más por lo que te advierten (la gente por la calle te dice que tengas cuidado con la cámara y con el bolso) que por el peligro real.Durante el paseo fuimos encontrándonos varios centros culturales y pudimos disfrutar de varias exposiciones. La que más nos gustó fue una acerca del arte Inuit, del norte de Canadá. Nueve mujeres exponían sus obras, sobretodo grabados y litografías. Como el albergue en el que estamos tiene cocina, nos podemos preparar nuestras cenitas y comer como si estuviéramos en casa.-Ana-
Río de Janeiro, BrasilDespués de un copioso desayuno (el duenio del albergue hace unos bizcochos hipercalóricos riquísimos) salimos rumbo a Niteroi. Esta isla está situada en la bahía de Río y en ella se ubica el museo de arte contemporáneo (obra de Oscar Niemeyer), en un lugar estratégico: encima del mar. Vimos varias exposiciones temporales y las vistas panorámicas desde el museo permitían contemplar la soleada bahía. Decidimos volver caminando a lo largo de toda la orilla del mar hasta llegar de nuevo al embarcadero, donde tomamos el ferry que nos devolvió al centro de Río. El viaje por el mar merece la pena por sí solo y la isla es tranquila y bonita. Después llegamos a la estación del tranvía (bondinho, en brasilenio) que sube al barrio de Santa Teresa, un mirador enorme. Los picos que rodean Río, entre ellos el del Cristo Redentor, dibujan un perfil de la ciudad extraordinario. Con el paseo en tranvía subiendo y bajando volvimos a recordar fuertemente Portugal.-Ana-
Río de Janeiro, BrasilVisita al Jardín Botánico. Palmeras de todo tipo: gordas, finas, altas, altísimas, con cocos, sin cocos, rectas, torcidas,... Las ceibas y el palo de Brasil fueron las estrellas de la maniana (Brasil lleva su nombre por el árbol que sangra y no al revés).Paseo por la playa de Ipanema. Muchos cuerpos bonitos enfundados en bikinis enanos y baniadores ajustados, que no nos acomplejaron a la hora de lucir nuestra chicha al sol.Atardecer en el lago Freitas, lo mejor del día: la puesta de sol sobre el agua, nosotros tirados en el verde y un fotógrafo profesional que nos tomó como modelos para formar parte de un libro sobre el ocio y el lago. En esta ciudad la gente disfruta del deporte en la playa y en los parques. Realmente contagian las ganas de mantenerse en forma.-Ana-FOTO DE MARAVILLA
- Aquí, aquí - dije yo mientras extendía una toalla naranja sobre la hierba.- Da gusto... - comentó ella.- Qué- ... lo bien preparados que estamos - y me guinió el ojo.Nos sentamos uno junto al otro, muy uno junto al otro y la tarde fue descendiendo hasta la altura de nuestros ojos. Había gente que cosía un paso al siguiente y pasaban por detrás de nosotros y rodeaban el lago muchas veces. Otros preferían la redondez de las bicicletas. Eran miles de ellos y salían más de todas partes y era agradable notar su presencia en nuestras vidas, como si esa presencia fuera, de alguna manera, una buena justificación para haber salido del hotel aquella maniana.- Vamos a hacernos una foto a nosotros mismos - pensé en voz alta porque me gusta creer que hay veces en las que la felicidad puede salir en las fotos.A la décima foto comprobamos que la felicidad salía, que llenaba todo, pero que nosotros quedábamos un poco feos. En ese momento llegó hasta nosotros una Nikon F6 con dos patucas que nos dijo que se llamaba Leonardo y que quería hacernos una foto mientras nos hacíamos una foto.Accedimos con alegría, porque Leonardo estaba preparando un libro de fotografía sobre el lago. Y el lago era, desde hacía un par de horas, un gran amigo nuestro. Simulamos una nueva toma para Leonardo y comencé a pensar en que me gustaría hacer una foto en la que Leonardo nos hiciera una foto a nosotros mientras nos hacíamos una foto. Resultó igual de doloroso que caerse dentro de un espejo, pero el dolor apenas duró un instante. Fue peor el eco del dolor, que no se iba.Me encontraba en un espacio duro, de tan denso, en el que costaba caminar. Avanzaba con esfuerzo hacia algo que, en la distancia, parecía ser un gato sonriente que aparecía y desaparecía. Al acercarme comprobé que era una cama plegable con una colcha de Mickey Mouse. Quería decirme algo y yo quería escucharla. La cama se parecía, de perfil, a Nietsche y me di cuenta de que gurgutaba en alemán. Creí entender algo como que del camino recto hay que saltarse las curvas, lo que en ese instante fue una gran revelación para mí y me esforcé en retener aquella tontería, repitiéndola hasta que entré en un trance idiota. Luego me encontré con un conejo con un reloj en el culo, que sólo decía que no llegaba, pero que tampoco avanzaba, porque no hacía más que dar vueltas sobre sí mismo para ver qué hora era. Ahí estuvimos un rato, uno detrás del otro, como planetas borrachos, porque a mí, en el trance, me había dado por caminar dos pasos con la pierna derecha por cada uno de la izquierda. El conejo me miraba con ojos llorosos, como diciendo "tú que puedes, dime la hora, no seas inhumano". En una órbita extrania en la que nosacercamos lo suficiente el uno al otro vi que lo que desde lejos parecía un reloj era en realidad una manguera contraincendios. Me dio pena y grité "menos cuarto!" pero era ya tarde, demasiado tarde. Estábamos rodeados por finísimos soldados que eran cartas de una baraja espaniola. Entre el cinco de copas (que olía un poco a tintorro) y el dos de bastos me llevaron en volandas. Al conejo también lo habían apresado y sudaba manecillas de reloj. Nos soltaron con cierta brusquedad delante del trono de la sota de espadas, pero tenía la ventanilla cerrada porque era su hora de comer y nos llevaron al reino de guardia, donde un siete de oros se atusaba los rizos. Cuando vió al conejo, se puso rojo de ira y gritó "corten cabeza... ya!". El tres de copas le despegó una daga al cuatro de espadas, que se arrugó como si le hiciera cosquillas una enfermera al quitarle el termómetro, y zás! le segó la garganta al siete de oros. Las monedas rodaron por el suelo y los soldados echaron a correr detrás de ellas y nosotros en la dirección opuesta. El conejo se enredó los pies con la manguera que le salía del culo y yo lo dejé atrás porque el palacio era redondo y se ajustaba tan bien a mi forma de caminar que, al poco rato, le volví a dar caza. Lo adelanté y lo dejé atrás un sinfín de veces, como si el espíritu olímpico me invadiera por dentro... cuando llegó al nivel rojo, me detuve. Recapacité. El camino recto... las curvas... la tontería volvía a tener sentido para mí. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. Salí del palacio y de la ensoniación.Leonardo, detrás de nosotros dos, trataba de enfocarnos mientras nosotros enfocábamos la puesta de largo del sol anaranjado, la cítrica superficia plácida del agua. "Mierda, me va a sacar la calva", pensé. Entorné los ojos y creí ver al conejo nadar hacia el ocaso. Nadaba recto y llegaba tarde.(NOTA: ver foto arriba a la derecha)-Luis-
Río de Janeiro, Brasil
Amaneció nublado, enturbiando nuestros planes de hoy: ir a Copacabana y subir al Corcovado donde se encuentra el Cristo Redentor.
Igualmente fuimos de playa: la de Botafogo (que está en "nuestro" barrio) es grande y tiene un puerto deportivo, la de Copacabana es la más famosa y está muy bien cuidada. Hay muchos chiringuitos con muy buena pinta y, como en todas, mucha gente haciendo deporte (footing, bicicleta, patines, fútbol, voley, palas,...). Era domingo y la Avenida Atlántica permanecía cerrada al tráfico, por lo que había más espacio para los transeúntes.
Así como en Salvador, la gente (vendedores y demás) en la zona turística te asediaba hasta cansarte, en Río la gente es muy educada y prudente.
Después de comer intentamos ir a Corcovado y ver desde allí la ciudad. Descubrimos que el trayecto era demasiado caro para nosotros (cuesta 15 euros por persona, frente a los 0,20 que cuesta el que te lleva a Santa Teresa y es un trayecto similar), así que con cierta pena renunciamos a él. En realidad las nubes cubrían totalmente al Cristo Redentor y desde arriba no se debía ver nada.
Regresamos al hotel, conscientes de que en un viaje como el nuestro, con un presupuesto tan ajustado, debíamos renunciar a ciertas atracciones turísticas cuyos precios son, sin duda, desproporcionados.
-Ana-FERNANDO FERNÁN GÓMEZ (Fotos perdidas)Un anciano robusto, con una cara grande e hinchada, gran barba blanca-amarillenta cubriéndole la garganta y los hombros casi (como un babero electrocutado), una nariz amorcillada y los ojos semicerrados por el sol. La boca quieta, sorprendida en un rictus severo y malhumorado.Está sentado en uno de los chiringuitos de Copacabana, en una mesa de plástico amarillo canario, en una silla de plástico amarillo canario.Viste un grueso traje invernal con chaleco. Un traje negro y camisa blanca-barba-amarillenta. Blanco de viejo. Negro de viejo.A su alrededor, la juventud, el sol, la belleza, las palmeras, el deporte, el mar. Y, alrededor de todas esas cosas, el viejo.-Luis-
Río de Janerio, BrasilEl plan de hoy es dejar Río por la tarde, rumbo a Curitiba. Todavía no está muy claro el transporte, pero para allá vamos. Cuando compramos los billetes de autobús nos parecen carísimos, pero es que las distancias recorridas son muy largas, en Espania nos saldríamos del mapa.
Aprovechamos mientras hacemos las gestiones del viaje por el centro para entrar en el Gabinete Portuguez de Leitura. Es una biblioteca majestuosa, en la que se respira la cultura. Hay una paz que invita a sentarse con un libro viejo entre las manos y a dejar pasar las horas.
No sólo es impresionante por la decoración manuelina (heredada de los portugueses), sino también por la cantidad de libros que alberga. Las paredes están recubiertas por tres plantas de libros. Un sitio especial del que sólo estaban disfrutando unas pocas personas.-Ana-